viernes, 21 de mayo de 2021

Con sinceridad y sin secretos

 Por Alberto Enrique

 Muchas ocasiones desfilan por la mente de cualquier cubano dichos, refranes, frases que tienen un origen tan remoto que uno ni tiene idea de cuando tomaron los cauces del habla popular, y en algunos momentos  se emplean por su sentido directo o no, con uso perspicaz, fino o también cual si fuese un bofetón. Así es la cultura cubana.

Tenemos esa expresión donde se muestra el momento difícil de sostener un tema, un problema, una dificultad, y aunque insospechada o difícil debe ser resuelta pues alguien la ha puesto en nuestras manos tampoco resulta esperada muchas veces, sin más vueltas señalo aquella situación cuando se precisa  sostener en las manos una “papa caliente”;  se usa cuando el caso constituye un asunto embarazoso, difícil, ardiente, complejo.    

En directo, estoy hablando de las 240 medidas que tomó el señor Donald Trump, ex presidente de los Estados Unidos, contra la nación cubana durante sus últimos meses de mandato,  o sea,  cuando ya tenía el pie en el estribo. Era “una papa caliente, caliente” para el presidente entrante. Un regalo para enredarle la madeja sin necesidad si ganaba la silla JB.

Asumido el nuevo mandato, el 20 de enero último, ante un país fracturado y atravesando múltiples crisis, se vio un Joe Biden activo, acelerado, haciendo todo un despliegue de energía, buscando un punto de partida, o dar quizás una imagen de efecto. Empezaría muy rápido a trabajar ofreciendo un  derroche de firmas durante su primera semana en la Casa Blanca con 21 órdenes ejecutivas.

En los diez primeros días de labor en su cargo, dicen que totalizaba unos 40 decretos, en ellos abordaba diversas áreas que habría de considerar tal vez prioritarias, entre otras, desde el coronavirus a la economía, desde la inmigración a la igualdad racial.

Sobre el caso Cuba, nada; ni en aquellos primeros días como tampoco en los casi 120 ya transcurridos. Y aquí seguimos estrangulados con las 240 medidas tomadas por Trump, quien le dejara a Biden “la papa caliente”. Situación a resolver dada la enorme carga que significa todo el daño diseñado por aquel desde su método exaltado, desenfrenado contra nosotros, además se suman los artificios dictados durante seis décadas seguidas, en las cuales no ha existido un palmo de humanidad.

En cierto momento escuché decir a un profesor universitario de historia norteamericano -quien se tildaba a sí mismo como partidario republicano- que no había nada tan parecido a un republicano que un demócrata; claro, a la cubana lo pudiéramos decir  de otro modo: el mismo perro con diferente collar. Y ahora desfilan por mi mente tales calificativos ¿Qué dijera usted señor Biden?   

Porque ahí siguen las medidas trumpistas bien activas, al pie de la letra, vivitas y coleando. El bloqueo económico y financiero lo mantiene ahora  usted señor presidente JB tal cual lo encontrara, sin ningún señalamiento ni a favor ni en contra. Quizás ni imagina bien cuánto hace sufrir a nuestro pueblo, hasta lo incomprensible.

Con sinceridad y sin secretos, por acá esperábamos algún cambio. Aunque la estrategia de intimidación, prepotencia y dominio se mantienen a la orden del día. En tanto, zarpazos violentos e infames nos  estrujan, aplastan. Añádase a esas crueldades la complejidad que nos hace vivir la enfermedad de la Covid-19 en estos tiempos.

Creo interpretar el sentir del pueblo de Cuba: se necesitaría del gobierno de los Estados Unidos de América una retracción ante tanto daño amontonado contra nuestro país, junto a la falta de comedimiento,  intolerancia y perfidia.

Señor Biden, me atrevo a proponerle que suelte “La papa caliente” heredada. Once millones de cubanos y cubanas le quedarían agradecidos. Además, ése sería un momento óptimo por ambas partes para incrementar nexos de amistad sincera entre vecinos.