domingo, 2 de agosto de 2020

ADIOS, EUSEBIO

leal



Por Alberto Enrique

Aquella noche cambió la rutina de los voluntarios que 
cortábamos caña de azúcar y teníamos el campamento a unos dos kilómetros del poblado de Jaruco. Después del baño y la comida los macheteros iban a un breve esparcimiento antes del sueño, y armaban un juego de dominó, conversaban sobre los resultados del día o iban a ver la TV, otros pocos retomaban a la lectura del libro preferido. Pero el campamento recibía en esa ocasión la visita de un especialista del Museo de la Ciudad que nos ofrecería una conferencia histórica.
Aquello no parecía del gusto de todos porque consideraban estar muy casados tras una larga y agotadora jornada, pero efectivamente, ahí estaba el hombre con un machete y un viejo fusil que situó sobre las mesas de jugar. Todos éramos miembros de una brigada integrada por redactores de prensa  hasta “repartidores de periódicos” y por cortesía nos acercamos a escuchar lo que aquel joven trataría.
Vimos cómo planteaba con soltura un tema bastante conocido pero expuesto con fluidez y pasión, abordaba la participación cubana en la lucha contra el yugo colonialista español, de tal manera, atrapaba hasta los más distantes, eclipsando al auditorio. Le otorgaba importancia al uso de las armas mostradas y pertenecientes a oficiales mambises que batallaron entonces, ahora piezas históricas. Así conocí la virtud de convencer de Eusebio Leal Spengler varias décadas atras. Ese fue mi primer encuentro con quien sería después Historiador de La Habana.
Una vez conocido su proyecto reconstructor de la capital fui  tomando fotos hasta una mañana en que le solicité una entrevista, y así me explicó su concepción total, lo cual quedó plasmado en un reportaje publicado en la revista Bohemia. Ello sucedió también hace varias décadas. Más adelante, acompañando las antiguas mazas de gobierno de la ciudad le vi en la ceremonia de un aniversario de la villa en la simbólica ceiba y el Templete o pabellón de recordación. Mientras Leal iba haciendo crecer cada día la gigantesca obra, ésta le reintegraba la gratitud de todo un pueblo. Él era un hombre inmenso que daba su vida íntegramente en favor de Cuba y de su capital.
Tesón y empeño constantes, creador incomparable. Leal, a cambio ha recibido por su obra magistral, el respeto de todos los cubanos y en cualquier sitio del mundo. Adiós, Eusebio.