Por Alberto Enrique
Aquella noche cambió la rutina de los voluntarios que
cortábamos caña de azúcar y teníamos el campamento a unos dos kilómetros del poblado de Jaruco. Después del baño y la comida los macheteros iban a un breve esparcimiento antes del sueño, y armaban un juego de dominó, conversaban sobre los resultados del día o iban a ver la TV, otros pocos retomaban a la lectura del libro preferido. Pero el campamento recibía en esa ocasión la visita de un especialista del Museo de la Ciudad que nos ofrecería una conferencia histórica.
Aquello no parecía del gusto
de todos porque consideraban estar muy casados tras una larga y agotadora
jornada, pero efectivamente, ahí estaba el hombre con un machete y un viejo
fusil que situó sobre las mesas de jugar. Todos éramos miembros de una brigada
integrada por redactores de prensa hasta
“repartidores de periódicos” y por cortesía nos acercamos a escuchar lo que
aquel joven trataría.
Vimos cómo planteaba con
soltura un tema bastante conocido pero expuesto con fluidez y pasión, abordaba la
participación cubana en la lucha contra el yugo colonialista español, de tal
manera, atrapaba hasta los más distantes, eclipsando al auditorio. Le otorgaba
importancia al uso de las armas mostradas y pertenecientes a oficiales mambises
que batallaron entonces, ahora piezas históricas. Así conocí la virtud de
convencer de Eusebio Leal Spengler varias décadas atras. Ese fue mi primer
encuentro con quien sería después Historiador de La Habana.
Una vez conocido su proyecto
reconstructor de la capital fui tomando
fotos hasta una mañana en que le solicité una entrevista, y así me explicó su
concepción total, lo cual quedó plasmado en un reportaje publicado en la
revista Bohemia. Ello sucedió también hace varias décadas. Más adelante,
acompañando las antiguas mazas de gobierno de la ciudad le vi en la ceremonia
de un aniversario de la villa en la simbólica ceiba y el Templete o pabellón de
recordación. Mientras Leal iba haciendo crecer cada día la gigantesca obra,
ésta le reintegraba la gratitud de todo un pueblo. Él era un hombre inmenso que
daba su vida íntegramente en favor de Cuba y de su capital.
Tesón y empeño constantes,
creador incomparable. Leal, a cambio ha recibido por su obra magistral, el respeto
de todos los cubanos y en cualquier sitio del mundo. Adiós, Eusebio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario