Por Alberto Enrique
Desde
pequeño supe de fantasmas y apariciones propios de la villa donde me tocó
nacer, estos atemorizaban de solo oír el cuento y se rehuían los sitios que
indicaban su existencia. Cuando tuve tiempo y tamaño para estudiar encontré que
otro fantasma recorría el universo, y me dije: caramba, ahora sí, se mueve en
grande la aparición; claro eran tiempos de denuncia contra el capitalismo que
avanzaba.
Sin embargo,
hace pocos meses ha llegado otro: éste es silencioso, transparente, no ataca de
frente, ni asusta, es ínfimo de tamaño pero deja frito, empaquetado para el
otro mundo; le llaman con el simpático nombrecito de Coronavirus.
Hizo su
aparición allá por el mundo asiático pero quiso darse una vuelta por la Vieja
Europa donde se comportó incorregible, entre varios lugares sintió apego por
Italia, España y Francia, por aquellas tierras enfureció y se llevó a millares;
saltó entonces para las Américas y por poco no deja títere con cabeza en la
ciudad donde dicen que no se dormía, la gigantesca Nueva York; ahora, como si
quisiera bailar samba -y parece que le ha gustado-, no quiere irse de Brasil.
Resulta que
son fantasmitas que se multiplican y multiplican, enferman a los seres humanos
y les matan sin freno, imaginan que la batalla de ellos consiste en liquidar a
la especie humana. Atacan por el sistema respiratorio, hacen zafra en los
pulmones creando serios problemas para la vida, y si atrapan a las personas con
enfermedades crónicas o de altas edades ¡ay, mamita!, con más facilidad se los
llevan para el otro mundo.
Hoy
miércoles 10 de junio del año 2020 el daño en 185 países va por más de siete
millones de enfermos y sobre 400 mil los fallecidos. ¡Qué cabrones estos
bichitísimos! Aprovechan la inexistencia de vacunas y actúan como caballo
desbocado. Se interesan en aquellas personas sin aparentes síntomas de la
enfermedad, que andan por sitios públicos y dejan el regalito ahí mismo,
adondequiera o en quienquiera; justo ahí hacen el papel de futbolistas porque
actúan a modo de pasadores silenciosos, aunque de fantasmitas, son los
trasmisores también conocidos como pre asintomáticos.
Ahora bien,
si se generaliza o considera del todo el uso conveniente de nasobucos y
mantenemos la separación suficiente entre los transeúntes, otro gallo ha de
cantar. Solo existe ese camino por ahora. También indica el raciocinio
que si el jabón acaba con el virus: ¡a lavarse bien las manos! porque este mal
circula por cualquier lugar y las manos van y vienen, se posan o tocan
cualquier sitio contaminado, y uno va detrás pasa las de uno y ¡saz! después
van a parar en la nariz, la boca o los ojos y ¡allá va eso! Trasmisión segura.
En el país se viene machacando en esto desde hace rato y vale cumplir a
tiempo con las previsiones.
En Cuba, al
parecer la tempestad se va disipando felizmente. El sistema médico y científico
ahuyenta a estos diablejos asesinos salvando vidas y más vidas junto con los
esfuerzos de las autoridades del país. Vamos con rumbo favorecedor y próspero.
Pero, triunfa tú también… pon de tu parte. Evita todos los fantasmas,
espántalos y no permitas que te persigan. Gracias por ayudarme también a
dejarlos bien atrás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario