sábado, 13 de junio de 2020

DE MANOS POR EL PUENTE


 Por Alberto Enrique


“De codos en el puente” llevaba como título un poema del matancero José Jacinto Milanés, y bien pudiera parafrasear con algo parecido escrito cada día por Magduchi, una señora que conozco desde hace bastante tiempo. Este caso no es como la de aquel poeta quien se enamoró desquiciadamente de su prima Isabel y al ser rechazado el noviazgo por la familia de ella, la situación le llevó a transitar a él por una crisis melancólica hasta su fallecimiento.
Mencionaba a Magduchi que bien me parece no estar de codos sino “De manos por el puente” ése que ahora da paso directamente hasta el contagio covitoso. Arriesgada, persistente al cruzar cada mañana la puerta de su casa, va ella en busca de elementos con qué distraerse más que lo necesario para el fogón, explora con la finalidad de mantener su actividad diaria de alguna manera, como si nada estuviese ocurriendo.
Esta señora de siete décadas siempre ha sido hiperactiva, callada, pero observadora de todo a su paso para luego traer a sus amigas y vecinas nuevos detalles de lo visto. Su vida es constante y participativa en agrupaciones culturales, históricas y físicas pues cada mañana se ve apurada para practicar ejercicios. Es dada al intercambio sincero y complaciente.
Hace poco me he atrevido a hacerle algunas observaciones, le hablé de su falta de apreciación al peligro, de “estársela jugando”. Ella me respondió con vehemencia: “Ando un poco porque soy de las personas que no pueden estar dentro de la casa 24 por 24 por 24, me hace falta  movimiento porque si no, sí me postraría. Tomo todas las medidas  orientadas: desde nasobuco, distanciamiento entre personas, lavado insistente de manos… tengo mucho cuidado. Espero todo pase y pueda volver a lo acostumbrado”.
Entonces me quedé desarmado aunque de algo sí estoy convencido: dudo que ella halla interiorizado en realidad cómo es la batalla de ahora. Si el poeta matancero fue víctima de la melancolía, Magduchi corre el peligro de ser atacada por el enemigo invisible ¿pudiéramos todavía salvarla?  


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