miércoles, 23 de septiembre de 2020

El secreto de Rafael Fundora o cómo llegaron limones cubanos hasta España

 

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Lázaro Rafael Fundora Hernán­dez realizó su primera exportación de limones hacia España en fecha reciente. Foto: Cortesía del entrevistado.

Lázaro Rafael Fundora Hernán­dez es un hombre que no cree en la suerte. Hacer su primera exportación de limones hacia España y encaminar la venta de aguacates hacia el exterior, ha sido el resultado de muchos años de perseverancia.  “Lo que logramos fue un empeño familiar, nos los propusimos y lo conseguimos”, afirma sin detener el movimiento de la picadora sobre las tierras que lo vieron nacer.

Tras dos años de gestiones para colocar sus productos fuera de fronteras, las nuevas regulaciones jurídicas que posibilitan a los negocios no estatales acceder al mercado internacional, le abrieron las puertas a un viejo anhelo.

“Como productor llevaba un par de años intentándolo porque siempre he creído que el futuro del desarrollo de este país se basa en las exportaciones. Esta es la manera más efectiva de recoger divisas que nos sirven para poder comprar lo que necesitamos”, comenta.

En medio de la guardarraya y bajo el cielo encapotado que vaticina agua, este campesino confiesa que a pesar de los múltiples esfuerzos, hasta ahora no había tenido esa posibilidad, ya que siempre había dificultades para recibir el pago.

“No contábamos con la forma de obtener las ganancias pues las Cooperativas de Crédito y Servicio no manejan cuentas en divisas. Ahora salieron las nuevas resoluciones como la 315, donde tenemos un amparo legal para hacerlo”.

Heredero de una tradición familiar que se remonta a sus abuelos, Fundora Hernán­dez reconoce el reto que supone contar con productos de calidad exportable, un hecho que no le preocupa a pesar de las dificultades que enfrenta para lograrlo.

“Competimos en un mercado muy exigente, donde se vela sobre todo por la higiene y la presencia. Debemos tener en cuenta también que nos insertamos en un nicho consolidado, y hay que entender sus lógicas para ser competitivos”.

Varios son los requerimientos para poder exportar las frutas al país europeo.

Buen color, jugosidad, tamaño y estar libre de arañazos y plagas son algunos de los requerimientos básicos que demanda el cliente. Exigencias que cumple al pie de la letra este propietario de tierras junto a su familia. “Es un desafío dada nuestra escasa tecnología y el pobre desarrollo agrícola de Cuba. El secreto es ponerle todo el empeño a la tierra”.

Gracias a esa consagración, ya Lázaro puso en el Viejo Continente 1.08 toneladas de lima persa o limón.

Tras recorrer parte de las tres caballerías que conforman la finca La Esperanza, este productor confirma que  para lograr productos exportables no solo se requiere de buena voluntad, sino que además se necesita asesoría y certificación cien­tífica.

“Lo primero fue certificar las condiciones fitosanitarias pues no pueden existir plagas que supongan una amenaza para el exterior. Pusimos trampas y se llevaron las muestras al laboratorio para que todo estuviera en orden. Se le dio un seguimiento de dos años pues hay plagas que son estacionales”, comenta.

Con este importante paso vencido, salió a la búsqueda de la empresa exportadora. Camino acortado debido a que desde años mantenía vínculos contractuales con la Empresa Frutas Selectas, habilitadas para estos menesteres.

“Ya tenía una relación de trabajo estable pues fui seleccionado para comercializar hace un tiempo productos al turismo. Solo nos quedó indagar  sobre clientes potenciales y actualizar los contratos”.

A juicio de Lázaro Rafael recibir la asesoría de la empresa cubana no constituyó un freno. La experticia de la entidad le permitió, entre otras cosas, contar con un respaldo para la transportación de los productos, en momentos en que la COVID-19 entorpece cualquier movimiento internacional.

Para el campesino mayabequense este es tan solo el primer paso. Las tierras del municipio Madruga verán multiplicar también las demandas de mango y chirimoya morada, productos muy apetecibles para la contraparte italiana y canadiense que esperan el arribo en pulpa, trozos u otras preparaciones llegadas desde de la Mayor de las Antillas.

“Hemos hecho el máximo esfuerzo para lograr la exportación, incluso para alcanzar los espacios aéreos. Las frutas tienen una vida limitada y por tanto no puede haber dilaciones en la transportación y con los cierres de la COVID ha sido complejo”, reconoce Fundora mostrando el correcto sellado de una de las cajas repletas de aguacate.

El próximo encargo será la venta de aguacates.

“Mis metas siempre fueron trabajar para la venta al exterior y así adquirir insumos y equipamiento para mejorar la producción de la finca. Estamos claros que Cuba no puede suministrar estos implementos necesarios para cada campesino y es por ello que cada cual debe hacer lo posible  por ser más autosuficientes en este sentido”, alertó.

Consciente del déficit de limón y otros cítricos en el país, revela que para nada es un contrasentido exportarlo al exterior. “Si queremos mejorar las cosechas aquí, hay que buscar divisa para reaprovisionarnos. La lima es un producto escaso en Cuba y difícil de lograr y eso es un reto para mí. Lo fácil lo consigue cualquiera, lo difícil solo quienes se lo proponen”.


Así avanza el proyecto de este campesino enfrascado en llevar sus frutas a Europa. Mientras los productos de la finca La Esperanza ya se exhiben en las repisas de las tiendas en España, Lázaro mira a la tierra y ve el sueño cumplido de su abuelo, un hombre que le enseñó que las grandes obras no son llevadas a cabo por la fuerza, sino por la perseverancia.

VIVIR ENTRE DOS MUNDOS

 

Por: Alberto Enrique

 

 

 La hora del nasobuco | Cubadebate

 

 

 

 

En la escuela primaria aprendemos infinidad de cosas.   Desde los primeros cursos empezamos ese largo camino de la comprensión del entono, luego llega la secundaria cuajada de más saberes y ni qué pensar cuando avanzamos por la enseñanza preuniversitaria, conocida también por bachillerato.

En ese largo  andar conocemos que los humanos vivimos entre dos mundos: el macroscópico y el microscópico; quiere esto decir, lo de tamaño grande, eso que vemos con facilidad y, otro, un supermundo paralelo que sabemos bien de su existencia, nos rodea o está hasta dentro de nosotros mismos, pero las personas necesitan de medios auxiliares al ojo para conocerlos y poder saber en qué nos benefician o nos dañan.

Y llegaron los microscopios electrónicos que permiten ver detalles aumentados un montón de veces pero los científicos no solo se han contentado con esas oportunidades, ya existen laboratorios en los cuales se realizan estudios en el mundo de las pequeñeces, de pruebas biotecnológicas comprobatorias.

Así las cosas, pero el hombre como tal ha logrado meterse en ese mundo tan complejo hasta determinar la existencia de elementos muy dañinos y finalmente dar con esa fatídica enfermedad conocida por Covid que asola hoy a la humanidad. Más de 30 millones de personas la han contagiado y, pegado, pegadito al millón de seres humanos han fallecido por su causa. Cuba se sumó a la pandemia en marzo de este año y la enfermedad la han padecido ya más de 5 mil personas con un aporte de 115 fallecidos.

Las autoridades gubernamentales y sanitarias del país han realizado ingentes esfuerzos para controlar el mal y evitar una propagación o los indeseados y peligrosos rebrotes, con ese fin implementó medidas de control en la población. Los esfuerzos son cuantiosos y hasta se establecen fórmulas de recuperación social.

Los científicos cubanos han trabajado sostenidamente en la creación de una vacuna y no quepa dudas, ella ha de aportar la ayuda necesaria; además han apoyado con medicamentos nuevos para fortalecer el sistema inmune de las personas y los tratamientos convenientes a los enfermos.

También desde un inicio se puso en práctica un sistema complementario de prevención higiénico-sanitario con tremenda utilidad, el cual incluye: empleo de nasobucos, lavado de manos y separación física entre las personas. Todo está advertido pero si se incumplen tales indicaciones pudiera uno ser víctima de contagio, porque dada la complejidad de esta enfermedad hay quienes la padecen y no les ha brotado durante ese tiempo aunque tienen la capacidad de trasmitirla. Esto siempre me hace recordar aquel juego infantil de “Caballito de San Vicente, tiene la carga y no la siente” y usted debía adivinar cuál era.  

Sobre todo esto añadiría también la existencia de personas que tienen  formas irresponsables de actuar y se lanzan a la calle sin sentido ni sensibilidad humanitaria y se ven por ahí, en muchos lugares sin cumplir las medidas de prevención quizás mortificados por tener que cuidar su salud y la de los demás, jugando al “ratón y al gato” hasta que aparecen autoridades dispuestas a controlar tales desatinos.

¡Adiós al nasobuco!  ¡Qué importa abalanzarse sobre las personas y no cuidar el debido distanciamiento! ¿Acaso no se dan cuenta que corresponde en estos tiempos continuar la vida sin tropiezos, que la insensatez no es el único camino?  Viene mejor exprimir la conciencia, tampoco venga entonces con el cuentecito que se distrajo ¡por favor!  

Conviene más evaluar el modo de  seguir viviendo entre esos dos mundos que nos llegan a la par: lo grande y lo infinitesimal. Resulta muy notable tomar en cuenta la segmentación de la población por grupos de edades, según las estimaciones realizadas por los epidemiólogos.

Son cuatro los grupos considerados: hasta l9 años, de 20 a 39, de 40 a 59, y de 60 o más. Por ejemplo, los dos grupos del centro -dígase los enfermos de 20 a 59, donde aparecen las personas más activas de la sociedad-, los cuales durante los primeros 20 días de septiembre han representado el 75 por ciento del total de ingresados que sufren la enfermedad. ¿Qué les parece?

Esta epidemia es un desastre social con una repercusión económica básica para el país. Debemos tener una clara precisión de tal importancia y el papel que le corresponde a cada quien en la salvaguarda de nuestra nación.

   Vale tremendamente ayudar a abrir la mente de quienes se muestran con posiciones obtusas o actúan movidos por acciones relajadas o con exceso de confianza: hacia ellos pudiera ir encaminado este mensaje. Porque las apariencias de bienestar quizás hasta indiquen cifras de una mejoría global, pero no se engañe nadie, todos debemos estar bien claros que este combate es contra una enfermedad biológica, transmitida por un virus agazapado, traicionero, solo visible mediante un microscopio electrónico.

   No es prudente imaginar siquiera que la suerte esté favoreciéndole a uno y que no nos tocará la enfermedad, deje a un lado esa confiancita pues el coronavirus no cree en nadie, como tampoco existe modo alguno de sacudírselo de encima hasta que entren en juego las vacunas tan esperadas, efectivas. La batalla contra los riesgos existentes y el peligro de enfermarse deben formar parte de su propio arsenal de cuidados.

   Haga lo posible en no sumarse a las estadísticas fatales anunciadas cada jornada o el sufrimiento terrible de quien padece la enfermedad, es mejor proponerse cortar la cadena de trasmisión. Llénese de valor y cumpla la parte de la responsabilidad ciudadana que le toca: es por el bien de usted, de su familia y del país.

 

lunes, 7 de septiembre de 2020

LA BELLA Y ENFERMA HABANA

 

Por Alberto Enrique

Sí, hoy se encuentra enferma, es la misma que albergaba durante meses a marinos y comerciantes en siglos pasados. Sus actuales instalaciones turísticas no pueden funcionar en estos días porque la Covid 19 anda amenazante por todos sus municipios y entre sus residentes. Por tal razón, desde el primero de septiembre de 2020 entraron en funcionamiento un grupo de medidas higiénico-sanitarias más drásticas para cortar en seco la propagación de tan cruel enfermedad.

La vida cotidiana se nos ha trastocado. Los lugares públicos y los tesoros que guardan sus edificaciones, muestras de su devenir histórico y sociocultural, mantienen una silenciosa respuesta. Ahora la soledad se apropia otra vez de calles y avenidas. ¿Pero alguien por aquí hubiera querido una vuelta atrás, al repunte o el rebrote? No, nadie lo necesitaba y lo rechaza un coro de voces de un extremo al otro del país.

No obstante, algunas personas no fueron capaces ni suficientes para pasar la vista a cuanto sucedía en aquellas naciones donde imaginaron que al disminuir las cifras de casos supusieron fuera el instante adecuado para la reapertura y se atrevieron, tratando el tema como asunto cerrado… y se fueron “a disfrutar de la normalidad” ¿Resultados? todo indicó que no era el justo momento y se cogieron la cola con la puerta.

Vuelvo a echar un vistazo a lo sucedido en varios lugares. Por ejemplo, en algunos estados de la Unión Americana no fue apreciada con tino esa acción porque los contagiados allí siguen multiplicándose, los fallecidos van a galope hacia los cementerios, y los hospitales no dan abasto. En busca de reabrir sus economías estas se han trabado, hay cierres y despidos. Todo esto ocurre en el país más desarrollado del planeta. Allí el presidente de los EU y su equipo gubernamental andan a la deriva, sin saber a ciencia cierta qué rumbo tomar al respecto y politiquean con una pronta vacuna.

A ese listado han ido a parar otros países sin control de ningún tipo, y exhiben resultados pasmosos. Por ejemplo, los gobernantes de Brasil desde un principio no tomaron en serio la enfermedad y su elevadísimo contagio, ni siquiera empleaban las medidas higiénico-sanitarias. Está claro, la pandemia ha desnudado al capitalismo y al decir de algunos expertos, sus dirigentes han decidido mantener las economías a todo trance, aunque es sobreentendido cómo de manera inconsecuente aflora   el desprecio hacia la salud de sus respectivas poblaciones. El pronóstico indica a las claras una hecatombe en lo inmediato.

Convencido estoy del éxito logrado en toda Cuba sobre la Covit 19, todo iba sobre pasos firmes, además cada quien rechazaba por completo una vuelta atrás. Nadie quería repuntes ni rebrotes. Pero la conducta social cedió, se aflojó como cuerdas de un violín,  hubo gente que no tomó en serio el nivel de contagio del Coronavirus, ni de cómo deambulaban los llamados asintomáticos repartiendo el mal en cualquier lugar incluyendo a sus propios familiares, la fe religiosa viró  espaldas en algunos casos manifestando ciertas invulnerabilidades, también se realizaron festividades, juntamentos y aglomeraciones de personas en puertas de comercios. Conclusión: la Covit 19 se ha dispersado por la capital cubana ahora y como respuesta se necesita recorrer la misma pista ya conocida.

Elementos reales han sido el daño a los propios confiados, la afectación a los niños que a esta hora podían haber comenzado en sus escuelas, y los quinientos y tantos que en las últimas jornadas necesitan ser hospitalizados. Esta nueva situación requiere de un esfuerzo mayor. De manera irrestricta cumplir los cuidados extremos y, sin descanso,   repetir el empleo del nasobuco pues resulta imprescindible, la distancia entre personas, la higienización de las manos, y resulta más aconsejable mantenerse en la vivienda. La falta de transportación pública ya es un hecho pero a nadie quepa dudas, el deambular por la ciudad volverá a tener su momento. Vale más en estos días acatar con absoluto respeto las medidas restrictivas para salir adelante, no queda más remedio. La responsabilidad personal y social impone un máximo de cumplimiento.

Para llegar al punto final hace falta la participación consecuente de la población habanera, más de dos millones de personas, y podremos ganar en cualquiera de las direcciones propuestas en el más corto tiempo; una vez terminada esta contienda, liberada de la enfermedad covitosa, La Habana seguirá adelante con el esplendor de siempre, limpia entonces de polvo y paja, para servir de seno y disfrute a quien se le antoje vernos como somos invariablemente fuimos: cordiales y afables. ¡Allá vamos!     

 

 

DE LA OFERTA Y LA DEMANDA

 

Por Alberto Enrique

Desde temprano aprendí que no era lo mismo ver que observar. En esta última acción se trataba de considerar con detenimiento detalles no apreciables al aplicar solo un vistazo. Esto me lo enseñó mi abuelo paterno. Él también me mostraría muchísimos detalles de la vida circundante y la manera en que algunos animales buscan modos para alimentarse concedidos por la naturaleza, así como los nombres que las personas le daban a tales gestiones. Por ejemplo, el cerdo hociquea, la gallina escarba.

Luego pasamos a los seres humanos, aunque estos se vean precisados en ocasiones a emplear acciones parecidas: hociquemos o escarbamos en busca de lo necesario. Pero aquí, entre las personas confluyen a veces elementos muy complejos. Choca de inmediato aquello de la ley de la oferta y la demanda, arropada por lo aprendido en las aulas sobre el enredado mundo del comercio; también nos enseñaron cómo fluctuaba la moneda en los bolsillos: usted tiene más y vive mejor.

Bien es cierto que se acumulan numerosas experiencias, muchas transitan por caminos negativos, otras son  vergonzosas; así lo muestran las informaciones expuestas en programas informativos de la TV cubana: ladrones, atracadores que pretenden arruinar a la ciudadanía en momentos cuando escasean los productos necesarios. Pero existen otras aristas sobre esta problemática. Me refiero a verse uno mismo ante el espejo propio tratando de buscar algunos de los productos escasos.

Si usted toma café sabe que un sobrecito de celofán con la marca Hola le cuesta cuatro pesos… y si no le alcanza, entonces comienza a hociquear, escarbar en busca de alguien que le revenda, entre vecinos en primera instancia. Pero aquí comienza el pugilato entre oferta y demanda porque el ascenso del valor por unidad ha resultado vertiginoso, subió de diez a quince pero ¡hoy! anda por veinticinco.

Si tomamos la calle en busca de leche en polvo, sea descremada o entera –blanca o amarilla- casi de un par de pesos en el precio oficial cuando se compra en la tienda, al precio ilegal elevado a la astronómica cifra de cinco CUC o lo que es igual a 120 CUP ¡horror! Un sobre de diez panes suaves: otro CUC. La libra de arroz otro CUC o su equivalente en CUP… ¡Qué escandalo!

Y vuelvo a mi abuelo: “Observar es más que mirar” y me digo ¿acaso  todo eso es resultado de la oferta y la demanda? Entonces me respondo: maldita pandemia y su secuela económica; perverso bloqueo yanqui con su humillante atosigamiento e intencionada asfixia; indigno, egoísta, inmoral mercado negro interno que corroe con su secreto comercio callejero. Ahora para completar llegan los efectos lamentables dejados por la tormenta ciclónica Laura. 

A veces hablamos de discapacidades y me respondo: no, todavía, aún cuento con una jubilación de 385 pesos mensuales en CUP para batirme a cómo y mientras pueda. Gracias.