martes, 19 de mayo de 2020

Estampas en arterias habaneras



Estatua ecuestre de José Martí: De Nueva York a La Habana | Cubadebatefoto: Cubadebate.




Por Marta g. Sojo

Nueva York es una atípica ciudad estadounidense. Se conoce con el sobrenombre de la Gran Manzana. El barrio más conocido Manhattan, es  una isla en la desembocadura del río Hudson en el norte del puerto de Nueva York y también es uno de los cinco distritos o barrios, compuestos por  Queens, Brooklyn, Staten Island, Bronx y Manhattan.
En este islote se  concentran  los centros culturales, financieros y comerciales más importantes del mundo. Sus sitios icónicos incluyen rascacielos como el Empire State Building, Times Square iluminada con neones y los teatros de Broadway.
 Además  de museos valiosos, hay cabida para todos los gustos culinarios del mundo entero con una gran cantidad de restaurantes variados. Y para los fanáticos del deporte, el tan renombrado Madison Square Garden se sitúa en ese territorio.
Manhattan es un lugar de vértigo, en el cual las 24 horas del día no son suficientes. Puentes grandes, metro y hasta ferri la unen al resto de los barrios.
También ha sido un lugar de estadía de grandes personalidades.  José Martí, el Apóstol de  Cuba vivió allí. Una gran parte de su obra literaria y periodística fue escrita en Nueva York.
Entre tanto acero y hierro de sus altas edificaciones aparece un lugar de remanso: el Central Park. En la cara sur del Parque Central, con la cual se abre la Sexta Avenida, que ha sido bautizada Avenida de las Américas en 1945,  en honor a los próceres Simón Bolívar, de Venezuela y José de San Martín de Argentina quienes tienen sitiales de honor junto a Martí.
La pieza del Héroe fue  esculpida en bronce con una altura de18.5 pies, sobre un pedestal de granito de16.5 pies. Lo peculiar es que de las tantas estatuas que los artistas han creado de nuestro Apóstol, esta es la única ecuestre que existe.
La idea de hacerla se remonta a la pintura del cubano Esteban Valderrama (Matanzas), la cual lo muestra a caballo cuando es herido mortalmente en Dos Ríos. Tiempo después la artista norteamericana Anna Hyatt Huntington, se inspiró en las fotos de este cuadro, para crear esta estatua.  Desde su inauguración en 1965, está enclavada al inicio de la Avenida de las Américas
Durante años el doctor Eusebio Leal, director de la Oficina del Historiador de La Habana, tuvo la idea de que en el Centro Histórico de la capital cubana se asentara una copia de esa pieza monumental.
Y finalmente se logró. Forjada en bronce es el fruto de la contribución generosa de los cubanos y de los norteamericanos, de ambas orillas. “El pueblo norteamericano amigo de Cuba y su gente, ha respondido una vez más, y ha estrechado los vínculos históricos y culturales que nos unen – de la misma forma en que respondió en el apoyo a la Guerra Necesaria impulsada por el Apóstol.
El espíritu combativo del Historiador de la Ciudad, junto al pueblo norteamericano amigo de Cuba, y los hijos de este país que residen en los Estados Unidos, son los responsables de que haya llegado finalmente a suelo nacional, una efigie que registra “la imagen de un héroe en el acto de morir por la causa que había soñado”.
En una nota publicada el 22 de junio del 2016, el director de la Oficina del Historiador de La Habana significó: “Cuando la réplica del monumento creado por Anna Hyatt – tras su larga travesía desde la fundición estadounidense en Filadelfia donde se moldeará y bruñirá el bronce –, se emplace en la rotonda central del gran jardín que se extiende desde la terraza norte del antiguo Palacio Presidencial hasta la confluencia de las calles Cárcel y Avenida de las Misiones, muy cerca de la estatua ecuestre del generalísimo Máximo Gómez, un camino histórico de ida y regreso quedará sellado”.
Esta copia de la estatua tendrá la siguiente inscripción: “Del pueblo de Estados Unidos al pueblo de Cuba, englobando en el concepto de pueblo estadounidense no solo a sus ciudadanos, sino también a los cubanos patriotas que allí fijaron su residencia“.
La figura – comentó el Dr. Leal – revela “la serenidad con que Martí asumió el mandato de su propio destino”.
La Habana para sus 500 años logró recuperar  infinidad de centros históricos, edificaciones, como el Capitolio, y allá en el Parque 13 de Marzo nuestro Héroe Nacional, tal vez minutos antes de caer abatido imaginó como sus continuadores luchan por seguir labrando un mundo mejor y más justo tal como él lo soñó.

domingo, 17 de mayo de 2020

CUANDO TODO ENTRE EN CAJA

Por: Alberto Enrique


 





Pienso llegar al día cuando se declare Cuba territorio libre de
Covid-19; imagino abrazos, besos, estrechones de manos, alegría,
encuentros, festividades. No es para menos alcanzar el momento de la
normalidad, de la recuperación, cuando todo entre en caja.
No obstante, el pasado 13 de mayo en su conferencia televisiva de
actualización el doctor Francisco Durán García, director nacional de
epidemiología del MINSAP, fue enfático al explicar los conceptos
pandémico y endémico. De este último indicó que sucedería si el mal
decide quedarse entre nosotros y, aunque aplacado, siga rondando entre
algunas personas, nada de ser exterminado. Me digo entonces ¡no
podremos llegar al punto cero! ¡Qué curioso! Pareciera que mi anhelo
de declaración final corre un gran riesgo.
Desde otro ángulo me veo obligado a reflexionar. Entiendo que el gran
esfuerzo de un país entero no se ha perdido, lo contrario. El virus
hizo acto de presencia, fuimos atacados por un enemigo sin rostro el
cual asombraba por su rápida diseminación, nadie en este mundo contaba
con la inmunidad específica para el caso, pero este pequeño país
disponía de un aval de conocimientos como resultado ante otros males
combatidos con anterioridad.
Ahora estábamos ante una enfermedad difícil y nueva. No obstante, las
autoridades gubernamentales desde un inicio le declararon una guerra
total con una premisa básica y objetivo principal: preservar la salud
del pueblo. Se vio una respuesta inmediata en toda la nación ante el
llamado de alerta general y se estableció un trabajo mancomunado entre
las partes comprometidas. Cuba entera respondía en una misma
dirección, cada quien haciendo lo suyo. Era creíble, la Covid-19 no
nos podría vencer.
Se emplearon varios protocolos sanitarios tal como indicara el
tratamiento a seguir según los síntomas que presentara cada enfermo:
medicamentos antivirales, caletra, antibióticos, interferón… Entraba
en juego el despliegue con que cuenta el país salido de su propia
industria farmacéutica, consolidando el talento médico-científico
nacional.
Estuvo bien claro que no correspondía ser portador ni propagador de la
enfermedad, así llegó un pacto con la soledad y el aislamiento entre
las personas para cuidar la salud propia, de la familia y la
comunidad. Además, había que crecerse ante el miedo y la adversidad,
dejar a un lado cualquier situación que condujera a posibles pánicos.
Otro elemento clave en esta batalla ha resultado la atención
preferente a personas mayores de 60 años de edad, a desvalidos, a
embarazadas, y a quienes califican como pacientes con enfermedades
crónicas, pues sobre tales grupos de la sociedad el virus actúa
violentamente.  Y casa por casa se pesquisó con regularidad el estado
de salud de esas personas y sus convivientes; además, se les ha
favorecido con la distribución de un producto homeopático de probada
efectividad que eleva el sistema inmunológico, factor clave ante
cualquier contingencia.
La población fue instruida sobre un conjunto de medidas restrictivas
dado el riesgo real que significaba estar enfermo pues la vida corría
gran peligro, y desde entonces todos salimos al exterior de la
vivienda lo menos posible, empleando nasobucos y lavando las manos
reiteradamente para evitar cualquier contagio. Se reforzaron las
medidas limitadoras: el transporte público fue suspendido y el
comercio regulado. La edad de cualquier grupo social devino factor
determinante porque nadie era inmune a la Covit-19. Razón sobrada para
que la responsabilidad individual tomara cauces de carácter social. El
cumplimiento de la legalidad ha sido otro hecho real.
Todo el país ha estado sumido en pro de disminuir las cifras de
infectados y fallecidos. En cuanto a la curva estadística de la
enfermedad todo el pueblo cubano lucha por alcanzar éxitos, nada de
retrocesos. Hay quienes esperan por vacunas, es lógico, pero ésta
demora, y conviene más seguir aplicando la disciplina y la
responsabilidad social como elementos de valor y práctica fundamental.
La vida sigue adelante, eso lo sabemos, pero es justo mantener la
vigilancia y las medidas establecidas. Por convicción, es preciso
disminuir las horas de exposición a riesgos innecesarios, evitar los
ambientes exteriores cargados de peligrosidad, emplear sin sosiego las
medidas de protección; solo así las cifras bajarán.
Nuestro país continúa expuesto todavía a esta situación de emergencia.
Hay que estar preparados para responder a las necesidades de cada
familia y de toda la población; saber reconocer la intencionalidad
ante la desinformación manipulada desde el exterior; solo con la
participación y la fuerza que nos caracteriza. Ganaremos esta batalla
difícil.
Vale observar ahora el modo en que se comportará la enfermedad en lo
inmediato, pues todavía nada se conoce sobre su inmunidad. En tanto,
el camino continúa porque tampoco hay claridad sobre posibles secuelas
que deje la Covid-19; por todo ello, en Cuba seguirán realizándose
ensayos, valorarán productos nuevos, efectuarán estudios
poblacionales…
El desafío aún es grande, inigualable. Mientras, la unión de los
científicos y los médicos cubanos es indisoluble, laboran con pasión,
van en busca de aplicaciones más efectivas cada día. Más adelante
quizás llegue la vacuna, entonces ¡felicidades!

En dos palabras, esperamos por el momento final a como dé lugar. ¡Aplausos!