domingo, 17 de mayo de 2020

CUANDO TODO ENTRE EN CAJA

Por: Alberto Enrique


 





Pienso llegar al día cuando se declare Cuba territorio libre de
Covid-19; imagino abrazos, besos, estrechones de manos, alegría,
encuentros, festividades. No es para menos alcanzar el momento de la
normalidad, de la recuperación, cuando todo entre en caja.
No obstante, el pasado 13 de mayo en su conferencia televisiva de
actualización el doctor Francisco Durán García, director nacional de
epidemiología del MINSAP, fue enfático al explicar los conceptos
pandémico y endémico. De este último indicó que sucedería si el mal
decide quedarse entre nosotros y, aunque aplacado, siga rondando entre
algunas personas, nada de ser exterminado. Me digo entonces ¡no
podremos llegar al punto cero! ¡Qué curioso! Pareciera que mi anhelo
de declaración final corre un gran riesgo.
Desde otro ángulo me veo obligado a reflexionar. Entiendo que el gran
esfuerzo de un país entero no se ha perdido, lo contrario. El virus
hizo acto de presencia, fuimos atacados por un enemigo sin rostro el
cual asombraba por su rápida diseminación, nadie en este mundo contaba
con la inmunidad específica para el caso, pero este pequeño país
disponía de un aval de conocimientos como resultado ante otros males
combatidos con anterioridad.
Ahora estábamos ante una enfermedad difícil y nueva. No obstante, las
autoridades gubernamentales desde un inicio le declararon una guerra
total con una premisa básica y objetivo principal: preservar la salud
del pueblo. Se vio una respuesta inmediata en toda la nación ante el
llamado de alerta general y se estableció un trabajo mancomunado entre
las partes comprometidas. Cuba entera respondía en una misma
dirección, cada quien haciendo lo suyo. Era creíble, la Covid-19 no
nos podría vencer.
Se emplearon varios protocolos sanitarios tal como indicara el
tratamiento a seguir según los síntomas que presentara cada enfermo:
medicamentos antivirales, caletra, antibióticos, interferón… Entraba
en juego el despliegue con que cuenta el país salido de su propia
industria farmacéutica, consolidando el talento médico-científico
nacional.
Estuvo bien claro que no correspondía ser portador ni propagador de la
enfermedad, así llegó un pacto con la soledad y el aislamiento entre
las personas para cuidar la salud propia, de la familia y la
comunidad. Además, había que crecerse ante el miedo y la adversidad,
dejar a un lado cualquier situación que condujera a posibles pánicos.
Otro elemento clave en esta batalla ha resultado la atención
preferente a personas mayores de 60 años de edad, a desvalidos, a
embarazadas, y a quienes califican como pacientes con enfermedades
crónicas, pues sobre tales grupos de la sociedad el virus actúa
violentamente.  Y casa por casa se pesquisó con regularidad el estado
de salud de esas personas y sus convivientes; además, se les ha
favorecido con la distribución de un producto homeopático de probada
efectividad que eleva el sistema inmunológico, factor clave ante
cualquier contingencia.
La población fue instruida sobre un conjunto de medidas restrictivas
dado el riesgo real que significaba estar enfermo pues la vida corría
gran peligro, y desde entonces todos salimos al exterior de la
vivienda lo menos posible, empleando nasobucos y lavando las manos
reiteradamente para evitar cualquier contagio. Se reforzaron las
medidas limitadoras: el transporte público fue suspendido y el
comercio regulado. La edad de cualquier grupo social devino factor
determinante porque nadie era inmune a la Covit-19. Razón sobrada para
que la responsabilidad individual tomara cauces de carácter social. El
cumplimiento de la legalidad ha sido otro hecho real.
Todo el país ha estado sumido en pro de disminuir las cifras de
infectados y fallecidos. En cuanto a la curva estadística de la
enfermedad todo el pueblo cubano lucha por alcanzar éxitos, nada de
retrocesos. Hay quienes esperan por vacunas, es lógico, pero ésta
demora, y conviene más seguir aplicando la disciplina y la
responsabilidad social como elementos de valor y práctica fundamental.
La vida sigue adelante, eso lo sabemos, pero es justo mantener la
vigilancia y las medidas establecidas. Por convicción, es preciso
disminuir las horas de exposición a riesgos innecesarios, evitar los
ambientes exteriores cargados de peligrosidad, emplear sin sosiego las
medidas de protección; solo así las cifras bajarán.
Nuestro país continúa expuesto todavía a esta situación de emergencia.
Hay que estar preparados para responder a las necesidades de cada
familia y de toda la población; saber reconocer la intencionalidad
ante la desinformación manipulada desde el exterior; solo con la
participación y la fuerza que nos caracteriza. Ganaremos esta batalla
difícil.
Vale observar ahora el modo en que se comportará la enfermedad en lo
inmediato, pues todavía nada se conoce sobre su inmunidad. En tanto,
el camino continúa porque tampoco hay claridad sobre posibles secuelas
que deje la Covid-19; por todo ello, en Cuba seguirán realizándose
ensayos, valorarán productos nuevos, efectuarán estudios
poblacionales…
El desafío aún es grande, inigualable. Mientras, la unión de los
científicos y los médicos cubanos es indisoluble, laboran con pasión,
van en busca de aplicaciones más efectivas cada día. Más adelante
quizás llegue la vacuna, entonces ¡felicidades!

En dos palabras, esperamos por el momento final a como dé lugar. ¡Aplausos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario