ACABA FEBRERO CON LA CURVA ARRIBA foto DW
Por: Alberto Enrique
Como hay que andar con el oído pegado a la tierra, oyendo lo que le duele a cada quien, y por duro que parezca, a veces surge el modo ocurrente del cubano o la cubana sobre cualquier tema.
Ayer oí una conversación entre dos vecinas del barrio donde vivo y desde mi balcón me eché el “plei”. Abordaban el asunto Covid: que si los grupos de mayor riesgo -esos quienes van y regresan del trabajo, o también andan en gestiones de compras- y los de mayor riesgo por sus extremas edades.
Que si la autoprotección es el lado complicado de todo, decían, sobre la gente descuidada, quienes no cumplen con las medidas higiénicas orientadas, ¡ah! y los espiritistas ¿cómo? Sí, me imagino a esos que se despojan tratando de quitarse o sacudirse el mal de encima, justo el caso de los asintomáticos, que se mueven por doquier repartiendo el mal aunque muchas veces van y vienen sin saber que lo traen encima y así nos pegan el daño.
Cuando pensaba concluido el especial partido de volibol, pues la pelota iba como de una a otra cancha, surgió “el brete” de las tan ansiadas vacunas y cómo éstas traen aparejado un tiempo de inmunidad aún impreciso y ¿qué te parece la aparición de las nuevas cepas, más tormentosas que las primeras? Es como para no acabar nunca; aunque alegra bastante saber que de cada 10 enfermos, nueve se han recuperado y eso resulta estimulante.
Mira, mi amiga, no te preocupes tanto; eso sí, cuídate de los hermanos Tórpido y Anasistolia. Uno es un loquito que brinca y salta complicando un órgano o varios a la vez si te atrapa la Covid; la otra no cree en corazón que lata, lo paraliza para siempre y adiós.
Bueno, y tú que padeces de varias enfermedades crónicas, esas que les llaman comorbilidades. Yo creo que mentalmente te estás preparando “porsia” ¿no? Es cierto, la trasmisión sigue avanzando, está mandada a correr aunque los médicos trabajan muy duro en salvar a los enfermos, pero la autoprotección en la calle y en la casa es lo esencial.
He visto que la epidemiologia divide a la población en cuatro partes: los bebés hasta un año agrupados con los menores de 18/19; de 20 a 39; de 40 a 59; y los de 60 o más. Imagínate a un joven de 18 años considerado ya mayor de edad, con todos los deberes y derechos que jurídicamente le considera hasta la constitución, y le digan que está en edad pediátrica. ¡Vaya, está violento!
Y a nosotras nos toca la ancianidad, quienes vivimos ya las edades más altas, la tercera o la cuarta, para los de 80. Somos del grupo de esos que llaman en la calle: padre, madre, mayor, temba, y otras maneras, como para darle razón a quienes plantean que el idioma es cambiante dice endemoniado mi hermano. Me parece mucho mejor mantener el respeto que nos ha caracterizado siempre.
A ti, que eras tan buena en la escuela, te será más fácil entender cifras y más cifras pues me parece que hace falta ser matemático o estadígrafo para deducir mejor el mensaje de cómo vamos, o quizás ser medio médico para entender los términos manejados en un montón de las especialidades de ese reino que protege la salud. Mira hasta dónde nos ha metido ahora la Covid.
Sí, sí, es cierto; pero fíjate, no te dejes arrastrar por nada de este mundo, cero al decaimiento y al stress. ¡Ah! Trata de mantener a raya a tus nietos para que se salven y te salven, es lo más atinado. ¿Sabes cómo tengo a los míos en la casa? ¡Por el hilo!
Y se despidieron con un saludo para las respectivas familias y haciendo promesas de mantener el ánimo en alza porque pronto llegará la Soberana para todos.
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