Por Alberto Enrique
Esta idea sigue diciendo mucho. Acabamos de conocer la sentencia dictada ante un caso de sabotaje y el cual reconocen sus autores: ¡prestarse a descarrilar un tren de carga deja a uno en vilo!. Hay que tener poca hombría para dejarse seducir por los enemigos del país para cometer esa acción a cambio de mil dólares, que ni fueron tales pues dijeron que solo recibieron 500 CUC. ¡Le zumba!
Solo alcanzo a decir así ¡Le zumba! Porque esta acción puede interpretarse como inocentada, más bien, cretinismo. Sí, retraso mental. Hay que ser un estúpido, un mentecato. Vaya, no sé qué expresión encajaría mejor ante una operación de tal naturaleza.
Ahora bien, ¿existe alguna atenuante posible ante un acto de esa envergadura? o ¿qué decir de los vendidos a las causas más sucias de este mundo, contra nuestro mundo? Los trabajadores del sector ferroviario conocen bien el valor de los daños. El perjuicio es contra el país entero, que nadie dude.
Las ideas más retrógradas de los imperialistas norteamericanas no cesan, aportan dineros, ofrecen ventajas futuras, cuando “esto se caiga”. El enemigo quiere crear caos interno y si se comparten los ideales subversivos de aquellos estará favoreciendo de manera indigna, frenando el bienestar de usted mismo, su familia, la comunidad a que pertenece y a la nación en definitiva.
Mentes descarriadas, perversas, capaces de provocar daños mayores, entrañas malévolas, psicópatas ¿cómo entender esto? Y me golpeó el recuerdo de situaciones espeluznantes pero que no dejan de tener parecidos, puntos de contacto con situaciones espantosas conocidas.
Por ejemplo, en un ejemplar de la revista Bohemia a inicios de 1959 salió publicado cómo un miembro de la dictadura batistiana residente en Santiago de Cuba guardaba en el patio de su vivienda un almacén privado de cráneos humanos y con estos se ponía a jugar con su hijo que apenas rebasaba lo diez años.
Conocí de torturadores y criminales de guerra, por ejemplo, allá en la Sierra Maestra fue tristemente célebre el caso de un oficial de alta graduación que en sus andares mataba a diestra y siniestra, hasta disfrutaba de su slogan particular: “¿Qué pasa si Sosa pasa?” y los campesinos me relataron los desmanes y abusos recibidos. También vi el encuentro accidental de dos revolucionarios asesinados, enterrados y amarrados con alambres de púas al fondo del cuartel del Escuadrón 38 de la Guardia Rural en la ciudad de Remedios, al centro de la Isla.
Después el pueblo de Cuba ha sido testigo de innumerables hechos: afectaciones contrarrevolucionarias a la economía nacional, incendios, agresiones armadas, daños biológicos a personas, animales y plantas de cultivo… crueles y catastróficos desastres, lo inhumano elevado a la irracionalidad por mentes retorcidas, enfermizas, en cada una de esas acciones no cabe ningún giro de perdón.
Estos actuantes tan siquiera ni son merecedores de haber nacido en una nación que lleva más de seis décadas batallando por crear el bienestar de toda su población, un país que les ha otorgado todos los derechos y les ha posibilitado las vías para ascender en la escala social hasta donde quisieron llegar o su inteligencia les permitió hacerlo.
El impacto provocado por el descarrilamiento de un tren de carga en el trayecto Mariel-Habana-Cárdenas le deja a uno pasmado pero también sabe que ahí dispondrán de una justicia equilibrada y sin discriminación quedando sujeto a su responsabilidad individual y social porque aquí cada persona traza su propio avance.
A casi 130 años nuestro José Martí establecía un principio para todos los tiempos: “Los hombres van en dos bandos: los que aman y fundan, (además) los que odian y deshacen”
En ese último grupo se encuentran quienes han provocado el desastre, con el agravio de hacerlo en pleno bloqueo económico con el alto costo que implica reponer las vías y los vagones del tren, los cuales serán recuperados pero la vergüenza de tener unos cubanos vendidos a lo más recalcitrante contra esta invicta nación -en tiempos de hincar rodillas en su suelo patrio y ayudar a hacernos firmes-, será la culpa histórica que no podrán esquivar.
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