martes, 6 de julio de 2021

Cronicas VariadasP

 Por Alberto Enrique

SE DESCORRE LA VERDAD

No va a temblar la Tierra pero al descorrerse el telón deja ver muchas realidades. Hay quienes se sorprenden, los incrédulos tratan de opinar en dirección contraria, los amigos disfrutan del éxito logrado. En Cuba hemos aprendido a soñar sobre verdades y por ello esperábamos este golpe. El mazazo ha sido inmenso. Es producto de las maravillas creadas en la Mayor de las Antillas donde el estado y la sabiduría de sus científicos y expertos despejan la incógnita.

La luz larga de Fidel Castro permitió formar un diseño científico para este país, a distancia él lo preveía y soñaba que contáramos con hombres de ciencia y luchó por ese objetivo: estudiantes en las universidades, la creación de laboratorios y de centros productivos afines. Sin esos pasos previos no se hubiera llegado a la certeza actual. Ahora dos noticias llenan de orgullo y alegría, confianza y gratitud de los cubanos. Los resultados recientes en el manejo biotecnológico contra la Covid-19  es una prueba evidente que ha llenado de júbilo a nuestra sociedad.

Aparecieron y se han elevado a planos estelares los candidatos vacunales Soberana y Abdala, tanto por su eficacia como por demostrar su eficiencia. Habrá una respuesta inmunológica satisfactoria para cada cubano. Ahora la población podrá esquivar la enfermedad al usar estos productos dentro de una plataforma idónea. Después lograremos una vida normal, sin adversidades, con cuidados pero tampoco miedos.

Cuba, país agredido por el Bloqueo yanqui –que no cesa-, da muestra de capacidades y heroicidades. La  eficacia de Abdala anda al 92% con tres dosis y Soberana va por un 62% con solo dos dosis aplicadas y tiene su tercera lista para ser usada. También ya comienzan a probar sus beneficios en  niños desde tres años hasta dieciocho.

Talento, mucho talento ¡la verdad se descorre! 


TERCER PINCHAZO

Alegremente una señora muy mayor le pide a la enfermera: ¡Ay, mi hijita, ponme una aguja que tenga anestesia! y todos sonrieron porque ella jocosa sabía que se trataba de su última dosis vacunal que recibiría. Todos estábamos allí por la misma causa. Pero en realidad aquella canosa mujer me sacó de mis pensamientos.

Rondaban en ese momento por mi mente aquellos valientes e inteligentes cubanos: Tomas Romay, Carlos J. Finlay y pensaba en los del presente, todos los que han estado en los laboratorios dedicados en cuerpo y alma hasta dar con los proyectos vacunales Soberana y Abdala.

Hoy en la mañana aguardaba mi turno pero sin desespero y ¡llegó! Según  un antiguo proverbio señala que “a la tercera va la vencida” -del cual ni se sabe su origen-, pero puedo asegurar que la tercera dosis ya anda por mi interior, el compuesto soñado es una completa realidad, ella me ha de salvar y proteger; ya se apresta a combatir por las cuatro esquinas de mi cuerpo a la mortífera Covid-19. Desde hoy mi brazo izquierdo anda de plácemes, mi ser entero entregado a la Abdala.

Puedo decir: soy uno de los vacunados, gratuitamente. Soy uno más de los agradecidos entre millones de cubanos. Ahora, seguiré a pie juntillas las medidas y recomendaciones de higiene socio-ambiental; sí, ya sé… todo para que dentro de algún tiempito más no haya coronavirus que pueda conmigo ¿Verdad, Mapá?

UNA VEZ MÁS TENÍA RAZÓN

Los abuelos son esos personajes que forman parte importante de cada  familia; por ejemplo, mi abuelo paterno era un hombre inmenso y aquello de su planteamiento sobre el árbol de la vida se me quedó grabado para siempre. A veces lo veía serio, pensativo. Y en ese momento yo no era capaz de dirigirle la palabra porque sabía que andaba viajando por algún lugar de sus años vividos.

Cuando salía de ese recorrido volvía a ser el mismo de siempre: ocurrente, alegre, oportuno, capaz de contar historias o anécdotas, asimismo emprendía algún que otro enfoque realista de la existencia humana, cargado siempre de sabia experiencia, abordando situaciones que por la profundidad del asunto le dejaban a uno medio trastornado.

Contaba de los tiempos de la guerra contra España, de la reconcentración obligatoria a la gente de campo bajo el mando de Valeriano Weyler, de epidemias como la fiebre amarilla, la viruela... del general en jefe Máximo Gómez, del general Francisco Carrillo, de héroes locales como Alejandro del Río quien fuera fusilado como escarmiento en las afueras del pueblo o del valiente Jesús Crespo, hombre que se introdujo en el fuerte de Tetuán, allí cerquita de la villa, y relataba la escena como si estuviera viendo la rendición enemiga a las fuerzas mambisas.

Mi abuelo era un hombre de origen campesino y no con tanta instrucción escolar pero por naturaleza podía ser clasificado como una persona muy inteligente. Por la acumulación de conocimientos y la observancia de los fenómenos de su tiempo alcanzó conclusiones muy adelantadas dentro de un marco medio ambiental muy avanzado.

A su decir, el trasplante de un árbol no siempre tenía éxito y ocurría algo parecido cuando sacaban al guajiro del lugar donde le había tocado llegar a este mundo y, de suceder, podría hasta secarse como si fuera un mismísimo árbol ¿Qué le parece? Ya verá por qué.

Recuerdo su agudeza y la infinidad de aportes, de sus deliberaciones. Por ejemplo, él presuponía que los seres humanos cubrían el mismo ciclo de vida que los árboles; pues existían similitudes a partir de la germinación de la semilla y todo cuanto ocurre en el vientre materno. En ambos casos lo nuevo brotaba y crecía.

Por esa causa, razonaba que las plantas nacían y se desarrollaban como uno mismo. Después se avanzaría como joven, mediana edad, ancianos, y, finalmente, aunque podamos tener una prolongada existencia, nos toca sucumbir. Así es la naturaleza, enseñaba.

Hay mucho más, aleccionaba que los árboles estaban necesitados de múltiples atenciones y sobre ellos era preciso tener amplios conocimientos, de ahí la estrecha interrelación coincidente con los seres humanos; estos últimos llegan a este mundo en un contexto muy cerrado y de antemano con una herencia social y cultural preestablecida. Explicaba mi abuelo que existía gran preocupación familiar sobre el futuro de cada vástago desde sus inicios, velando por su desarrollo e impregnando buenos modales.

Consideraba que hembras y varones se zambullían  a veces en un  camino tortuoso, lleno de sorpresas y trampas, de emociones y desaciertos, avanzando por lo general en busca de soluciones propias. Todo en el vaivén de la familia, la escuela, la sociedad con sus costumbres y tradiciones, pero nunca dejar de apreciar y observar constantemente la Naturaleza.

Los jóvenes dan tumbos o dudan al asumir acciones ante cada nueva situación. Entonces, ¿cómo prepararlos para trasladar todo lo útil a una criatura que llega y tiene que engancharse como un vagón más al enorme e infinito tren de la vida?

Definía y señalaba como imperativo de los padres la necesidad de cuidar a los hijos por encima de todo pues hasta podían aparecer deformaciones de mano de los vicios, del egoísmo y del desespero ante necesidades o aspiraciones desmedidas que pueden arrastrarlos, propendiendo en ocasiones a ilegalidades, y penosamente hacerles caer. Él sugería ser muy observador, preciso, cuidadoso en el buen manejo de cada etapa.

Alertaba sobre la contradicción joven-adulto la cual podía repercutir de manera desfavorable y los consejos desvanecerse como disparos al vacío. Hacía hincapié en ver la necesidad de vivir lo correcto, y ofrecerles márgenes para que lleguen a sus experiencias propias pues la persona en formación  debe obtener en sí y para sí un compromiso claro y muy útil consigo mismo.

Todo esto corre a la par con el modo de asumir la existencia humana; de lo contrario –insistía-, a decir verdad uno se da cabezazos contra la pared y asoma aquel refrán que receta lo de recoger agua en canasta. Se volverían baldíos todos los esfuerzos. Centraba el asunto indicando la conveniencia de ganar la pelea y hacerse explícito, necesario, “sin espantar la paloma”.

Tal vez en aquellos momentos, por falta de suficiente madurez yo no captaba del todo aquellas señales o lo que era igual a valorar el caudal de sus conocimientos y la claridad de las recomendaciones; claro, siempre supe que las semillas convenientemente sembradas fructifican bien.

Después aprendí cómo las emociones más fuertes se fijan, promueven los recuerdos, los hechos trascendentes. Una vez más,  mi abuelo tenía mucha razón en muchísimas cuestiones. Eso, aquel viejito lo sabía muy bien ¡Qué intenso era su pensamiento!

 

PROBLEMA VERÍDICO

Eran tremendas las experiencias aquellas con mi nieta.  Florecía como  una niña vivaz y pasó por esa etapa igual a la de todos los pequeños cuando enloquecen preguntando el porqué de todo lo que les rodea. Al pasar el tiempo aprendió a razonar y aunque sobrepasa ya los 25 añitos, continúa, sigue indagando siempre porque nunca ha perdido la costumbre.

Cierta vez, el abuelo se vio precisado a explicarle sobre el ciclo de la vida. Y se le ocurrió exponer el orden cronológico mediante un gráfico descriptivo con tres etapas esenciales, sus momentos básicos, los cuales están demostrados  con claridad: inicio, madurez y senectud.

Decidí esclarecer el asunto usando un papel y trazando una línea que ascendía y bajaba, según  las características de  cada etapa vivida. El punto de partida correspondió al nacimiento y la primera infancia hasta pasar por la escuela primaria y secundaria, o sea, pasé por la niñez y continué por la adolescencia, los tiempos juveniles o mozos, propios en los cuales se  hacen planes, proyectos y realizaciones.

Como verás, le dije, hemos agrupado los primeros años de estudio y preparación para pasar después a la vida laboral activa.  Subirá  entonces la línea y luego el trazo se aplana alrededor de los 30 cuando la persona supuestamente podrá estar graduada y con experiencia laboral en una profesión u oficio, pues no es hasta ese instante cuando se halla cualquier persona lista para ser más productiva.  

Pero, fíjate, por allá por los 40-50, empieza a declinar su rendimiento hasta hacerse más notable el descenso entre los 60-70, cuando aparece la tercera gran etapa de la vida. Así de simple, empieza el envejecimiento, le dije.

Entonces le resumí que todo podía dividirse en tres grandes etapas por las cuales debía pasar cada persona medianamente preparada. Le comenté que mientras ella avanzaba por la primera, andaba yo en la última, porque ya había ingresado al bolso de las personas improductivas o pasivas, donde están quienes ya pasaron los años de trabajo y se jubilan.

Hemos transitado muy rápido por la vida de cualquier persona hasta llegar al envejecimiento biológico.  Es preciso considerar ahora factores influyentes en cada individuo, pues el kid consiste en alcanzar una longevidad con valía.

Por ello conviene considerar varios aspectos entre hombres y mujeres,  entre otros: la herencia genética, el sexo, los estilos de vida, su ambiente sico-social, el estado nutricional, los niveles educacionales y económicos, la actividad laboral desarrollada durante la época activa, las condiciones de la vivienda en términos arquitectónicos y familiares.

Pero los ancianos pueden padecer de enfermedades crónicas o comorbilidades asociadas llamadas así también por los médicos. Digamos, una especie de gasto producido o que va apareciendo a lo largo de la existencia humana. A distancia o por cercanía, según sea el caso, este es un problema verídico a tomar en cuenta, y cada quien debe prepararse para vivirlo.

Por aquellos días ella no tenía por qué preocuparse tanto. Aun así le disparé el consejo: Para ti esto parece un asunto demasiado distante, casi imposible de alcanzar, pero ya verás que cada etapa te ha de llegar. Prepárate a disfrutarlas.

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SE FUE UNO PERO LLEGA OTRO

Así decía Papito, mi vecino, al referirse a los resultados de la Covid-19 durante el mes de mayo.  Más que una opinión era todo un intercambio lo que habían armado. Me acerqué para oír mejor. Unos planteaban lo agresivo en que se había transformado el Coronavirus; otros planteaban que las cifras no bajaban por el incumplimiento de las medidas higiénico-sanitarias; dialogaban sobre los candidatos vacunales; en fin, cada quien con sus parciales querían imponer sus criterios. Aquello era lo más parecido a una discusión al estilo de lo que hacen los aficionados en sus peñas beisboleras cuando analizan algún encuentro en parques y plazoletas.

Sin embargo, llamaba mi atención la cifra acumulada desde marzo del 2020 hasta el último mes de mayo al irse por encima de cuatro millones las pruebas PCR acumuladas, me preguntaba entonces a cuánto se eleva ya  el costo total de este estudio y su repercusión dentro de la economía nacional. También cómo en Cuba la cantidad de enfermos de Covid ya supera los 140 mil enfermos, aunque se reporta que nueve de cada diez personas se han recuperado ¿gastos? Una enormidad.

Ahora bien, cada día se oye preguntar dondequiera ¿Cuántos enfermos aparecieron hoy? ¿Cuántos son los fallecidos? Pero a la gente le llama su atención cómo alrededor del 15 por ciento sean menores de edad donde se incluyen a bebés menores de un añito o hasta recién nacidos, resultando todo esto una cuestión escandalosa ante supuestos descuidos de los padres.

Una cifra similar oscila en el caso de los mayores de 60 años. Digamos que ambos grupos extremos suman cerca de una tercera parte del total. Pero al considerar los dos grupos centrales -de 20 a 59- y conforman la fuerza más activa de la sociedad, se eriza uno al saber que aportan alrededor de dos de cada tres enfermos por día, a veces el monto puede oscilar cercano a un 65% de todos los contagiados en cada jornada.  

El exceso de confianza en algunos territorios ha hecho que las cifras suban, las fiestecitas entre otras causales, pero un asunto escalofriante sucede cuando en el parte diario se conoce que fallecen personas prácticamente postradas o con enfermedades permanentes. ¿Qué hacen esos familiares? Al parecer pudiera decirse que “De todo hay en la viña del señor”, pero resulta incomprensible al más ligero análisis.

Este es un corto vistazo al problema de la Covid-19 en el país. Por su importancia apunté algunos detalles además de los señalados por Papito y su gente.  Como ellos decían: “Ya nada de abril que viene mayo”, porque pasó el quinto mes del 21, y ha sido el que ha impuesto las cifras más altas de toda la pandemia en la Isla. Ahora la cantidad total de casos activos desde el inicio hasta  hoy día sobrepasa los 140 mil y el número de fallecidos sobrepaso los mil.

Se fue uno pero llega otro, es cierto. Hagamos lo posible para que julio pinte diferente.

   

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